Las
nuevas bulas papales obligan eximen a los alumnos de hacer sus tareas y como la
escuela me hacen bulean obligándome a cumplir con ellas y con ciertas
reflexiones de actualidad, me siento a escribir sobre este tema que pone en
peligro los fundamentos de nuestra sociedad aborregada. No quiero ser demasiado
buleador así que trataré de ser breve.
Antes de convertirse en el campeón de las
problemáticas sociales y en una de las cuestiones más importantes de nuestros
tiempos el bullying no era nada, no existía. Darle un sape al compañero de
banca era un tan sólo un sape y cosa quedaba ahí; ponerle el pie a tu cuate o
al idiota que te caía mal, no era más que eso. Si el idiota se tropezaba y
llegaba rodando al escritorio del profesor y todos se reían de él y además lo
reprobaban por causar desorden ya no era tu culpa, ¿quién lo manda a no estar
al tiro?
Un día se reunió en sesión plenaria la Sociedad de
Madres Sobreprotectoras por el Bien de
México AC, cuya presidenta, actualizada y muy versada en las problemáticas
escolares, con diplomados en Norteamérica y toda la cosa, importó la palabra. Pronto
se descubrió que el bullying subyacía en todos los problemas sociales, era el
origen de todos los males porque se daba en la etapa frágil donde la matita
asoma de la tierra, donde todo es tierno y marca para siempre, el bullying
creaba criminales, hombres atormentados, psicópatas.
La mata creció demasiado y dio más de sí. La palabra
tenía encanto y sonaba bien a la gente: alguien que dice “bullying” o “bulin” en
su versión popularizada da muestras de estar al día, de preocuparse por los
males que aquejan a la juventud y a la sociedad, de saber inglés; era estar a
la moda. Las televisoras no tardaron en poner el vocablo en boca de sus animadoras,
sus directoras de programas para esa gente que no tiene nada que hacer, el
bullying encontró huésped en víctimas nuevas: los maridos buleaban a las
mujeres, las novias a los novios, los jefes a los empleados, los compañeros de
trabajo a sus colegas, los hermanos a las hermanas…
Sospecho que la culpa es de la palabra: si ella no
hubiera venido al mundo, éste sería tan armonioso como solía. Bien decía don
Palabras que las cosas nacen cada vez que una las nombra. La presidenta de la
Sociedad de Madres Sobreprotectoras debe ser responsabilizada por este hecho
atroz, por haber abierto esa caja de Pandora que de pronto irrigó su enfermedad
en nuestra sociedad, que está necesitada de una solución: veo propaganda de
alto al bullying por toda la ciudad, consultas con especialistas en entrevistas
radiofónicas y televisivas, es un urgencia impostergable, es el tema.
Porque es necesario aclarar que el bullying es mucho
más grave que una abuso o una agresión de cualquier tipo, y no por otra razón
sino sólo por serlo, por responder a ese nombre: si ayer Paquito (quizá el
mismo que prometió no hacer travesuras a su mamá) rompió su promesa y dio un
empujón a Juanito, no pasaba de un reporte que el padre había que firmar. Hoy
ese empujón es bullying y hay que tomar medidas drásticas para evitarlo:
videocámaras en los salones, prefectos, psicólogos especializados (ya debe
haber univesidades que ofrezcan diplomados en bullying para terapeutas), juntas
de padres de familia…
La palabras abuso,
maltrato o agresión son faltas fútiles mientras no se conviertan en bullying;
un lector podrá también acusar de bullying al escritor si lo hace leer
demasiado, si no se da a entender, si sus conceptos no son lo suficientemente
cómodos. Me evito riesgos así que nos leemos luego, cuando las palabras sirvan
para organizar el pensamiento y no para irse cantaleteado por la vida, vacías
de concepto.
Ya perdóname pati..., sólo fue un soneto sobre tu boca, luego, luego de nenita. Juro quedarme callado de ahora en adelante.
ResponderEliminarNeta, ¡qué traumados crecen los escritores por el buling! Ya supéralo, total, en nuestra época era la manera de crecer -aunque a mí no me sirvió de mucho -by the way-.
Al tiro chavos!! Y luego se quejan de porqué "les hacen el bulin", lo mejor de todo es que la palabra ya se convirtió producto más que una situación. Ay ay ay...
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