domingo, 5 de enero de 2014

Respaldo, borrón y cuenta nueva


Tan buen texto que había escrito, caray. Tanto consultar cosmovisiones, enarbolar metáforas del tiempo, el camino en forma de serpiente cósmica que se muerde la cola: Uroboros deja que la tortuga en cuyo lomo yace el mundo completara, en un año, una vuelta sobre sus escamas: la lengua bífida anunciaría el nuevo ciclo y a cada paso de la tortuga, cada día, iríamos todos mudándonos, envejeciendo, oyendo a la vez la respiración de la vida. 
      Había quedado muy bien, estaba guardado en alguna de las muchas carpetas con borradores posteables y hacía buena metáfora de año que comienza a pasos lentos. En este día de golosinas se me ocurre que la rosca de Reyes tiene la forma de Uroboros y todo comienza de nuevo, en la coyuntura conformada por un higo y una raja de acitrón; hay niños ocultos en ella que son signo de esperanza y renovación, de vita nuova (¡qué mamila!).
     Pero mejor es no meneallo, Sancho, el texto se fue con la renovación del sistema. La tecnología, que también se renueva cada año, no juega malas bromas y más cuando somos tan confiadotes y dejamos en la Providencia de las nubes el resguardo de nuestros tesoros. Lo que el año nos dejó hay que respaldarlo para futuros usos: nunca se sabe para qué habrán de servirnos los recuerdos o los aprendizajes, en qué momento asomará el pasado; lo que se haya llevado hay que dejarlo a la deriva general de un sistema que se restaura con los valores de fábrica para que, aparentemente empecemos de cero. Se dice que hay fallas ocultas en los sistemas que no podemos ver por más que restauremos, son nuestros defectos de fábrica que asoman en los momentos menos esperados, sorprendiendo a todos y de consecuencias irreversibles. Mas, como el dicho portugués: o que não tem remédio, remediado está, ya nos tocará cambiar de equipo, o entregarlo.
      No vale más lamentar lo perdido, por mucho que hubiera sido de oro, ya se fue al lugar de los descarnados o al paraíso donde los textos mal guardados han sufrido la suerte del olvido. Estas donosas líneas, que no puedo contar, pues ni siquiera tengo aún el Word en mi sistema, servirán como signo de que no siempre se puede empezar corriendo: a la grandilocuencia de la entrada perdida, corresponde ésta donde más bien paso por gracioso, como el niño que olvida la tarea habiéndola hecho excelente. Si la vida, gran maestra, se ablandara y transigiera un poco, nos permitiría hacerla al vapor, mientras se pasa la lista para ver si seguimos todos juntos o tenemos que registrar alguna ausencia. Hablo de todo y de nada, porque sí, porque la vida se va dando como los días cuando nos estiramos en la cama y nos dejamos golpear por el amanecer. Nada de mal empieza el año ni lamentaciones de esta especie, probablemente aquella entrada era parte del ciclo que cerraba y tuvo que irse con él. 
         Los sucesos memorables hay que respaldarlos en el disco alternativo, en el diario, en las bitácoras semanales del blog para que queden y no pase lo que a mí. Es fácil pensar que si no queda quizá no fuera memorable, pero se ha dicho que todo suceso marca y aunque parezca accidental o insignificante luego damos con que debemos rendir cuentas por hechos que habíamos olvidado. Arranca el año a paso lento, respirando, viendo abrir los ojos a monstruo naciente que no gira la vista hacia los cuerpos desvaídos del pasado, del que apenas nos huele el aliento. 
      Sea esta entrada una breve palmada en el hombre, un golpeteo amistoso que dé animos ante el panorama que no luce tan amigable, pero en el que tenemos que perdernos también, para poder decir el año entrante que éste no estuvo tan mal o que hubimos de sortear algunos vados, y que sobre el lomo de Uroboros, la tortuga y los elefantes que sostienen el mundo, arrieros somos y en el camino andamos. 

1 comentario:

  1. Leerla después del inicio del año, es comprobar la inercia que en sí ha llevado mi vida, no avanzo mucho, sólo voy. ¿Cómo va tu año? quizá esa entrada perdida hubiera fundado una nueva religión, pero cómo saberlo. Ni modo, seguiremos aparentando el catolicismo o el bacanalismo o el urentismo. No sé, lo único cierto es que se me antojó un uroboros de pan y desgraciadamente hay realidades que han quedado tan lejos que es mejor tostar un pan y ponerle mermelada. Lo mejor de lo que resta del año para ti Pati

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